Si bien a la Argentina llegaron los primeros automóviles a muy poco de ofrecerse comercialmente los primeros vehículos, como en muchos países la historia es un tanto esquiva en decir que eran un bien de lo más aristocrático, nada nuevo, que en los 30 años posteriores con Ford T mediante y todo seguirían siendo sólo para gente de grandes recursos tampoco. Es que nunca dejaron de ser caros y el mercado del usado no estaba lo suficientemente nutrido.
Así se puede entender cómo entre los 40s 50s en esa primavera de post guerra había tantos vehículos en oferta pero todos a un precio respetable. Desde el más pomposo al microauto con motor de motocicleta no podían comprarse de buenas a primeras, así quien adquiría éste Topolino tenía que desembolsar una fuerte cantidad dinero, más que para una microcupé, menos que para un sedán propiamente dicho, pero uno volvía con una coupé italiana a casa.
Existió un personaje en los 80s que se nutrió de aquellas circunstancias llevándolas al absurdo, Aníbal (interpretado por Juan Carlos Calabró en Calabromas, programa humorístico de TV) no dejaba de presumir su Topolino rojo con guardabarros negros, donde un rostro serio que mostraba con orgullo su máquina y comentaba las andanzas con la misma era acompañado con risas de fondo... Por que en definitiva todas sus salidas de "rotation" o incursiones en alguna "boite" tenían al Topolino de protagonista ayudando a construir el personaje.
Es que eran costosos y no dejaban de serlo en un año o dos, encima durables y fuertes, fué recién en los 70s cuando una industria nacional llenó el parque automotor dejando a las viejas glorias de 10 o 20 años atrás en el pasado de un plumazo. Antes de eso al hablar de un auto usado no importaba siquiera sus años, el estado lo era todo (Si no remitirse a la cupecitas Ford y Chevrolet de los años 30). Así el querido y anacrónico Aníbal arrancaba carcajadas al hablar del status que le otorgaba su cupé descapotable en esos años de modernos paragolpes plásticos color negro. Hoy por ironía del destino y como vehículo de colección hecharía por tierra todo.
La miniatura de Norev resulta muy agradable, respetando la escala resulta pequeño, muy liviano dando una idea de fragilidad exagerada ya que es sólo eso, pequeño y liviano.
No hay muchas piezas, sólo las que permite el modelo, someterlo al macro lo exige mucho pero así saltan detalles impensados, como las tazas de las ruedas que dicen FIAT.
Una patente con reborde, un luz mezquina y el realismo del neumático trasero son lo mejor de su retaguardia, ya que la lona del techo comparte el color de la carrocería y queda con una presencia mínima... Eso sí, los picaportes no le hacen justicia para nada...
Así vamos cerrando, dentro de todo lo que se dice del auto, lo que más rescatan es que fué al antecesor, el que abrió el paso a los modelos 500 y 600 de Fiat... Los que lo conocieron, dicen que era mejor...
Magníficent Topolino!